Estimadas Madres Cristianas Santa Mónica de Venezuela: Mi saludo portador de los mejores deseos para ustedes y sus hogares.
El pasado 13 celebrábamos un aniversario más del nacimiento de San Agustín, hecho que alegró a la madre Mónica y a su marido Patricio. Agustín marcaría toda la vida de Mónica permitiéndole llegar a la plenitud en su maternidad y de su fe cristiana: a la santidad.
Con mucha alegría les comunico que ayer colgué en el blog las notas que me envió la señora Leticia María Cruz, animadora de la Comunidad de las Madres Mónicas de Gualeguaychú, Argentina. (El primer reporte fue de Perú). Se trata de un testimonio que pueden leer con satisfacción y que les puede estimular a las demás comunidades en su compromiso con las madres y las familias. Gracias a Leticia María Cruz y a la Comunidad por el ejemplo que nos dan. (Blog: ismaelojeda.wordpress.com).
Además, como Iglesia estamos muy contentos por la aparición de la primera encíclica del Papa Francisco, Evangelii Gaudium, el Gozo del Evangelio. Les copio un resumen de los puntos que se refieren a la mujer en la Iglesia.
La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones.
Por ejemplo, la especial atención femenina hacia los otros, que se expresa de un modo particular, aunque no exclusivo, en la maternidad.
Reconozco con gusto cómo muchas mujeres comparten responsabilidades pastorales junto con los sacerdotes, contribuyen al acompañamiento de personas, de familias o de grupos y brindan nuevos aportes a la reflexión teológica.
Pero todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia.
Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de la firme convicción de que varón y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la Iglesia profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir superficialmente.
El sacerdocio reservado a los varones, como signo de Cristo Esposo que se entrega en la Eucaristía, es una cuestión que no se pone en discusión, pero puede volverse particularmente conflictiva si se identifica demasiado la potestad sacramental con el poder.
Bien, pues no me alargo más. Ha sido un gusto escribirles estas líneas. Que el Señor siga estando grande con ustedes, aun en medio de las zozobras sociopolíticas y penurias económicas. En intercambio de oraciones y servicios. Un abrazo en el Amor del Señor. Hasta pronto, p. Ismael
28 de noviembre de 2013
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