V Domingo del Tiempo Ordinario -B-

Marcos 1,29-39

En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. 
Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: -Todo el mundo te busca.
Él les respondió: -Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.


Homilía de San Agustín: El único que hace maravillas
Reflexiones sobre el Evangelio

05 de febrero de 2012

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