Agustín de Hipona: Vivir en el torbellino


Cada 28 de agosto encontramos en el calendario la figura de Agustín de Hipona. Obispo, teólogo, filósofo, religioso, buscador… El autor hoy no habla de lo que fue sino de cómo afrontó la vida.
Agustín de Hipona: Vivir en el torbellino
El peligro que corre quien intenta escribir unas líneas acerca de la vida de un santo, cuya biografía es conocida, es caer en el tópico. Sobre Agustín es difícil decir algo que no se haya dicho y escurrir el bulto del tópico es más complicado que entender el De Trinitate a la hora de la siesta mientras las chicharras ponen la música de fondo.

Vivir en el torbellino no es sinónimo de una vida acomodada ni conformista. El ritmo de los acontecimientos no permite que los hombres y mujeres de hoy se duerman en los laureles si quieren seguir tomando en manos el timón de sus vidas y no ser meros habitantes de una realidad que les es tan incómoda como ajena, pues lo suyo es “dejarse llevar”. Puede parecer esto un atrevimiento ahora que termina el mes de agosto y el síndrome post-vacacional planea sobre las cabezas de quienes en breve tendrán que volver al trabajo o a encontrarse con los exámenes de septiembre.

Sin embargo, más de cuatro maestros espirituales pueden acusarnos, con mayor o menor razón, de que ese tipo de vida más que humanizar deshumaniza, que el ir de aquí para allá no favorece ni mucho menos el que el conocimiento de uno mismo vaya creando el poso necesario en la persona. Pero nos guste o no es la vida de hoy. Lo importante no es el “torbellino” de acontecimientos sino, como siempre, nuestra actitud hacia él. Podemos montarnos en el torbellino, ir descubriendo acontecimientos, nuevas realidades o por el contrario, acurrucarnos y taparnos los ojos ante el paso vertiginoso de la vida. ¿Con cuál nos quedamos?

A ejemplo de Agustín deberíamos optar por una mezcla de las dos. Él supo montarse en la vida de hace dieciséis siglos. Él era un auténtico huracán apasionado por conocer, por saber, por encontrar un descanso para la sed más común del género humano: la felicidad. Enérgico y valiente para saber romper los moldes, exprimiendo hasta la última gota todos los acontecimientos para sacar de ellos fruto y así ir forjando su vida. En un momento de su existencia, comienza a ver el transcurso de los acontecimientos desde otro punto de vista. Ahora había encontrado un punto de apoyo seguro, que dejaba satisfecho parte de su apetito y le abría hacia unos acontecimientos nuevos para él. Todo un mundo por descubrir para un joven jamás cansado de buscar y de aprender. El mismo Agustín no se reconoce a sí mismo al ver su vida desde la altura de la madurez en las Confesiones donde agradece a Dios el don de su vida a la vez que reconoce y pide perdón por sus errores.

La estela que el paso de Agustín dejó ha sido seguida por muchos. Su manera de encarnar el seguimiento de Jesús ha dejado para los hombres y mujeres de hoy un camino transitable que invita a la pasión por la vida, a no esconderse ante el paso de los acontecimientos sean como fueren.

En medio de la prisa, del agobio, de la paz, del descanso, de lo nuevo, de lo de siempre, de lo fácil, de lo complejo, de lo que te altera, de lo que te relaja, de lo que deseas, de lo que te sorprende, si te sirve el ejemplo de Agustín, móntate en el torbellino, aprende de lo que ves, saborea lo que vives, conócete cada día más y no dejes de compartir tu felicidad con aquellos que te rodean.

¡Feliz día de san Agustín!
Roberto Sayalero Sanz, agustino recoleto.
Colegio San Agustín 
(Valladolid, España)

Publicado en http://www.entrayveras.org/ (www.agustinosrecoletos.org)


28 de agosto de 2011

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