El diálogo es la forma de expresión y desarrollo de la convivencia familiar
Por medio del diálogo se intercambian pensamientos, lo que supone escuchar al otro, estar atento a lo que dice, sin estar pensando en lo que se va a contestar, ni quedarse anclado en lo que nos interesa. El diálogo debe ser claro, lo que implica una gran sinceridad entre las personas, con una valoración justa, libre de prejuicios previos y con gran dosis de comprensión y respeto hacia el otro. Debe ser pacífico y desarrollarse en un ambiente de confianza que facilite la espontaneidad y la expansión, que será el modo de evidencia el deseo de ayuda y no el intento de moldear o controlar a la persona. Debe ser paciente, a la espera de que se produzca en el momento adecuado, lo que supone una actitud personal de atención y entrega de tiempo, intensa y eficaz, y constante para saber esperar los resultados, que pueden no ser inmediatos y producirse a lo largo del tiempo.
Cómo dialogar con los hijos:
- Pensar unos minutos antes de reunirse con su hijo sobre lo que tiene que dialogar.
- Sentarse con su hijo en una atmósfera tranquila y relajada, liberados los dos de la presión del tiempo.
- Descubrir el problema de una manera concreta, precisa y neutral.
- Dar al hijo la oportunidad de contar su propia versión de los hechos.
- Reconocer y aceptar los sentimientos de su hijo ante el problema.
- Expresar sus propios sentimientos.
- Hacer juntos una lluvia de ideas sobre las soluciones posibles.
- Seleccionar juntos una o dos ideas para solucionar el problema.
- Poner en marcha la idea seleccionada.
- Evitar las confrontaciones sobre las reglas; una vez consensuadas, deben respetarse.
- Pensar en compromisos aceptables. El rigorismo inicial exagerado está condenado al fracaso.
- Apelar a la reflexión más que al reproche o castigo en caso de infracción.
Frutos que origina el diálogo en la vida familiar:
- Conocimiento de la otra persona y por tanto más amor.
- Aumento de la confianza.
- Felicidad y paz al comprender y saberse comprendido.
- Crecimiento, equilibrio y madurez como persona y miembro de la familia.
- Acostumbrarse a no no tomar decisiones ligeras y a solas.
- Aprender a comunicar sentimientos y emociones.
- Aprender a oir defectos propios con serenidad.
- Saber decir al otro sus efectos con delicadeza.
- Más facilidad para el diálogo matrimonial y familiar.
- Ejemplo y testimonio de vida.
Algunas causas que dificultan el diálogo:
- Orgullo: creerse superior al otro.
- Individualismo: tendencia a prescindir del otro.
- Amor propio: miedo de que el otro no sepa interpretar y comprender.
- Falta de humildad: no admitir las propias equivocaciones.
- Egoísmo: tendencia de buscar cada uno su propio bien y felicidad.
- Falta de confianza: a causa de una educación excesivamente severa, insinceridad o timidez.
- Cobardía: miedo de dejar al descubierto lo que nos obligaría a un cambio personal.
- Mal genio, brusquedad, nervios, malhumor, pesimismo.
- No saber disculparse.
Tomado de la Guía del Facilitador para la Semana del Abrazo en Familia 2010.
1 de noviembre de 2010
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