XXXI Domingo del Tiempo Ordinario -C-

Lucas 19, 1-10. 31

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Había en ella un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, que quería conocer a Jesús. Pero, como era bajo de estatura, no podía verlo a causa del gentío. Así que echó a correr hacia adelante y se subió a una higuera para verlo, porque iba a pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, levantó los ojos y le dijo:
–Zaqueo, baja enseguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.
Él bajó a toda prisa y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban y decían:
–Se ha alojado en casa de un pecador. Pero Zaqueo se puso en pie ante el Señor y le dijo:
–Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y si engañé a alguno, le devolveré cuatro veces más. Jesús le dijo:
–Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también éste es hijo de Abrahán. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.

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31 de octubre de 2010

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