XI Domingo del Tiempo Ordinario -C-

Lucas 7,36 - 8,3

En esto, una mujer, una pecadora pública, al saber que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de alabastro lleno de perfume, se puso detrás de Jesús junto a sus pies, y llorando comenzó a bañar con sus lágrimas los pies de Jesús y a enjugárselos con los cabellos de la cabeza, mientras se los besaba y se los ungía con el perfume.


La pecadora se acercó al Señor para regresar limpia.
Se acercó enferma, para volver sana;
arrepentida, para convertirse en seguidora de Cristo
San Agustín


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13 de junio de 2010

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