Para mostrarles la necesidad de orar siempre sin desanimarse, Jesús les contó esta parábola:
-Había en una ciudad un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres.
Había también en aquella ciudad una viuda que no cesaba de suplicarle: «Hazme justicia frente a mi enemigo». El juez se negó durante algún tiempo, pero después se dijo: «Aunque no temo a Dios ni respeto a nadie, es tanto lo que esta viuda me importuna, que le haré justicia para que deje de molestarme de una vez».
Y el Señor añadió:
–Fijaos en lo que dice el juez inicuo. ¿No hará, entonces, Dios justicia a sus elegidos que claman a él día y noche? ¿Les hará esperar? Yo os digo que les hará justicia inmediatamente.
Pero, cuando venga el Hijo del hombre ¿encontrará fe en la tierra?
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20 de octubre de 2013
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