En la fiesta de la Santísima Trinidad, el pasado domingo 31 de mayo, el papa Benedicto XVI nos hizo una invitación a los cristianos a redescubrir la profundidad de la Señal de la Cruz que nos recuerda que la Trinidad, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, mora en nosotros.
Por la frecuencia con la que hacemos la señal de la cruz corremos el riesgo de hacerla sin prestarle la atención que se merece. Sin embargo, es un gesto precioso por su historia, por su significado y por su poder. Al hacer la señal de la cruz debemos poner amor, emoción y agradecimiento en este gesto con el que invocamos a la Santísima Trinidad y que nos recuerda que Jesús dio su vida en la cruz por nuestra salvación.
La señal de la cruz es fuente de grandes gracias. Debemos considerarla como la mejor preparación a la oración, pero ya es en sí misma una oración, y de las más impresionantes. Es una bendición. Debemos ser conscientes que al hacer la señal de la cruz es Dios mismo quien nos bendice. Así lo explicaba el Papa al dirigirse a los 50 mil peregrinos congregados en la plaza de San Pedro para rezar a mediodía el Ángelus, en la solemnidad de la Santísima Trinidad: "En la señal de la cruz y en el nombre del Dios vivo queda contenido, por tanto, el anuncio que genera la fe e inspira la oración".
El Papa concluyó implorando la protección de la Virgen María, "primera criatura plenamente habitada por la Santísima Trinidad", "para continuar bien nuestra peregrinación terrena".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tu comentario o solicitud de oración.