Saludo del P. Ismael Ojeda en la Fiesta de la Conversión de San Agustín


Estimadas Madres Cristianas Santa Mónica de Venezuela: Con gusto me pongo en comunicación con ustedes después del saludo de Pascua. Me imagino que estarán viviendo con mucha alegría este tiempo pascual porque Cristo ha vencido todo mal y con él nosotros.

Adelanto el saludo del 27 a este día 24 de abril porque hoy celebra toda la familia agustiniana la conversión de “nuestro padre san Agustín”. Es una fiesta que se celebra desde hace muchos siglos y que ocupa el segundo lugar en el rango de importancia de las festividades agustinianas.

En este día damos gracias a Dios porque escuchó las oraciones y lágrimas de su madre santa Mónica iluminando la mente de Agustín y moviendo su corazón hasta convertirlo totalmente. Por una parte, Dios disipó las ideas confusas de la mente de Agustín y por otra reorientó los sentimientos y afectos de su corazón para seguir las inspiraciones del Espíritu Santo.

Por eso, esta fiesta les atañe plenamente a todas ustedes “madres mónicas”, que rezan día y noche por la conversión de sus hijos y la santificación de sus hogares. Si Dios escuchó a santa Mónica ¿no atenderá también las oraciones de ustedes?

Si la gracia de Dios se demostró eficaz en la conversión de Agustín ¿no lo será igualmente en la conversión de sus hijos? Hay que seguir orando, hermanas, hay que seguir creyendo en el poder del Resucitado. El Padre quiere que todos sus hijos se salven y crean en Cristo, a quien ha constituido Señor y Salvador. Es lo que más desea. Esperemos con fe la victoria de Cristo en nuestros hogares, en nuestra Iglesia.

En estos días pascuales se narra la conversión de muchas personas, entre ellas la de san Pablo. Él era un perseguidor violento de los creyentes en la Resurrección y Cristo lo derribó del caballo y lo convirtió. Todo es posible para Dios. Ahora en Pascua, debemos creer con más convicción, debemos orar con más esperanza, debemos vivir con mucho gozo y alegría pues Cristo está con nosotros victorioso. Ánimo, hermanas, en la misión que se les ha confiado en la familia y en la Iglesia. El Señor nos ha dejado su Espíritu que nos consuela y empuja en todo momento. Nunca nos abandonará.

Las animo, pues, a seguir profundizando en este espíritu pascual para que la Pascua Florida de Cristo siga “floreciendo” en su vida personal y familiar con frutos de santidad y felicidad. Les recuerdo que en nuestros blogs encontrarán materiales que les pueden servir para alimentar su vida espiritual.

Nada más por hoy, queridas hermanas de Venezuela. Dios siga glorificándose en su vida. Con mi estima personal, mi oración y recuerdo, p. Ismael

25 de abril de 2010

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