Nuestra Señora, Madre del Buen Consejo


El culto a la Virgen con el título de Madre del Buen Consejo, difundido hoy por el mundo entero, tiene su origen en la ciudad de Genazzano, situada a las puertas de Roma, donde tiene un célebre santuario.

Mucho antes de la venida de Cristo, el pequeño pueblo de Genazzano construyó un templo a Venus. En el siglo IV de nuestra era, se mandó construir una iglesia en una colina sobre el pueblo, no muy lejos de las ruinas del antiguo templo pagano. La iglesia fue dedicada a Nuestra Señora del Buen Consejo. A través de los siglos, Nuestra Señora fue honrada de manera especial en la pequeña ermita de la colina, la cual se puso a cargo de los frailes de la Orden de San Agustín en 1356. Para el siglo XV, la iglesia estaba en ruina y amenazaba con su hundimiento. A partir de aquí, la historia de Nuestra Señora del Buen Consejo se adentra en el terreno de la leyenda piadosa.

Una viuda, Petruccia de Geneo, por su devoción a la imagen se sintió inspirada para reconstruir la iglesia. Sus vecinos comenzaron a burlarse de ella, especialmente cuando les pedía ayuda. Percibían la obra como un acto de orgullo por parte de Petruccia y la criticaban. Cuando tuvo que detenerse por falta de fondos, las paredes sin terminar fueron nombradas "la locura de Petruccia". Un poco después, durante la fiesta del pueblo, el 25 de abril de 1467, muchas personas estaban congregadas en la plaza del mercado bailando y cantando. No se sabe por qué ya no rendían honor a Nuestra Señora del Buen Consejo en ese día, como lo habían hecho sus antepasados en siglos anteriores. En medio de las celebraciones, alguien vio una nube flotando bajo, a través del claro cielo azul. El asombro paralizó el baile y el canto. Toda la atención fue puesta en la nube que bajaba despacio y que finalmente se detuvo en un borde angosto de las paredes sin terminar de la iglesia de Petruccia. La nube se abrió gradualmente, y en su centro apareció una bellísima pintura de Nuestra Señora con el Niño Jesús. Todas las campanas del pueblo comenzaron a sonar sin la ayuda de manos humanas.

Nadie conocía la procedencia de la pintura ni la había visto antes. Pronto una maravillosa lluvia de gracias y milagrosas curaciones comenzaron a suceder.

Durante este tiempo, dos extranjeros procedentes de Scutari, Albania, llegaron a Genazzano buscando la milagrosa pintura de la Virgen. Ellos contaron su testimonio. Scutari fue la última ciudad tomada por los turcos en su invasión de Albania. Cuando comprendieron que ya no podían resistir más, le pidieron consejo a la Virgen sobre qué hacer para mantener su fe católica en aquellas circunstancias. Esa noche, ante el asombro de los dos albaneses la imagen de la Virgen se desprendió de la pared y elevándose por los cielos se comenzó a trasladar lentamente hacia el oeste. Así pudieron seguirla, cruzar el mar Adriático que separa Albania de Italia, hasta que llegaron a Genazzano. Así decidieron quedarse en Genazzano para vivir cerca de su Señora, que también se había refugiado en aquel lugar.

Después de una cuidadosa investigación, el Papa y sus comisionados quedaron convencidos de que la pintura era verdaderamente la de Nuestra Señora del Buen Consejo, que había sido venerada durante siglos en el pequeño pueblo de Scutari. Naturalmente, la iglesia de Petruccia fue completada.

En 1903 León XIII incluyó la invocación «Madre del Buen Consejo» en la letanía lauretana. Pio VI concedió el privilegio a los agustinos de celebrar su fiesta el 26 de Abril.

Numerosos conventos, iglesias y colegios de la familia agustiniana están colocados al amparo de la Virgen bajo esta advocación. En Venezuela, el seminario que los padres agustinos recoletos tienen en Palmira, estado Táchira, está dedicado precisamente a Nuestra Señora, Madre del Buen Consejo.

Fuentes: http://www.agustinosrecoletos.com/, http://www.corazones.org/, http://www.amorycaridad.com/

26 de abril de 2009

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