Nuestra Señora de la Consolación, Madre de la Recolección Agustiniana

Los agustinos recoletos veneran, de un modo especial, a María bajo la advocación de Nuestra Señora de la Consolación. Bajo su protección nacieron, con su intercesión llevan ya más de cuatro siglos de gloriosa historia y a su amparo dirigen su oración al Padre para que los siga bendiciendo en su labor evangelizadora por el mundo.

El Beato Vicente Soler, Martir de Motril, por el año 1926 era general de la Orden. Tuvo la feliz y santa idea de consagrar la Orden a la Virgen de la Consolación. Aquello sucedió un 7 de agosto de 1926. Ordenó lo siguiente:

"Habiendo dado cuenta a nuestro Venerable Definitorio General de este nuestro propóstio de consagrar la Orden a la Santísima Virgen María, lo aprobó por unanimidad en sesión del 7 de agosto y dictó las siguientes normas que han de observarse para llevarlo a la práctica.

El día 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen Santísima, se cantará una misa solemne en todas las casas de nuestra Orden. Inmediatamente después de terminada la Misa, el Reverendísimo P. Prior General en la Casa Generalicia; los VV.PP. Provinciales en las casas en que residan, todos los demás superiores locales en sus respectivas casas, revestidos de capa, etc. recitarán ante el altar mayor o ante un altar de la Virgen, la formula de consagración".

El año 2002, toda la familia agustino recoleta celebró un año mariano (AMAR) con el que se conmemoró este insigne hecho. Una vez más toda la Orden se unió al deseo del beato Vicente Soler y renovó su consagración a María. Ella permanece viva en al corazón de la Iglesia y de todos los fieles. A Ella le encomendamos todas nuestras tareas y actividades de cada día.

Texto de la Consagración de la Orden de Agustinos Recoletos a Ntra. Sra. de la Consolación:

En honor y gloria de la Santísima Trinidad.
Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amantísima Madre de Dios y Madre nuestra!: Aquí tenéis humildemente postrada a vuestros pies a esta Hija de vuestra predilección, nuestra amada Orden de ermitaños recoletos de San Agustín, que hoy se consagra a vuestro servicio y a vuestro santo amor, y por vuestra mediación, a vuestro Santísimo Hijo Jesús.

Vos sabéis, ¡oh Madre amadísima! que desde los primeros días de nuestra existencia, desde la cuna misma de la recolección hemos sido siempre vuestros, y vuestros queremos ser perpetuamente. Animados por el espíritu de nuestros santos fundadores queremos en este día renovar en vuestra presencia aquellos sentimientos de amor y gratitud, de devoción ardiente que ellos os profesaron, haciendoos total entrega de cuanto somos y tenemos, para que de ahora en adelante dispongáis de nosotros como mejor os plazca; pues sólo anhelamos cumplir vuestra santa voluntad. Vos, Señora nuestra, habéis dirigido nuestros pasos. Vos habéis iluminado nuestras inteligencias para seguir sin vacilar las enseñanzas de la santa Iglesia, y habéis inflamado nuestros corazones en vuestro amor y en el vuestro divino Jesús para realizar grandes cosas por vuestro honor. Deseando caminar por esta senda de luz y amor que nos han trazado nuestros antepasados, venimos hoy, ¡oh Madre querida! a consagraros no sólo nuestras personas y nuestros actos, sino también esta Corporación Agustiniana Recoleta de la que somos hijos.

Os consagramos, pues, ahora y os dedicamos solemnemente, y ponemos en vuestras divinas manos, nuestra amada Orden con todos y cada uno de los religiosos que la forman, y con todas las Provincias, Conventos, Colegios y Casas que lo integran. Os consagramos la ciencia de nuestros sabios, la virtud de nuestros santos, el celo de nuestros misioneros y el heroísmo de nuestros apóstoles y mártires; os hacemos perpetua entrega de los Superiores y súbditos, de los jóvenes y ancianos, y de todos los hijos de la Recolección Agustiniana. En vuestras manos virginales ponemos, oh Madre amadísima nuestras almas con todas sus aspiraciones, nuestro corazón con sus afectos, nuestras potencias y sentidos, nuestros proyectos y necesidades, todo nuestro ser, toda nuestra vida, todo cuanto somos y poseemos, para que todo conspire siempre a honraros y glorificaros y amaros a Vos y en Vos a vuestro divino Hijo Jesús.

Reinad, Señora y querida Madre nuestra, reinad en nuestra Orden como en cosa y posesión vuestra; reinad en todos sus hijos para que todos sean esclavos de vuestro amor, y dignáos ratificar ante vuestro amantísimo Hijo Jesús esta consagración que acabamos de hacer para que cumpliéndola como Vos deseáis, vivamos siempre entregados a vuestro santo amor y muramos en el ósculo del Señor y cobijados bajo el manto de vuestra maternal protección.



04 de septiembre de 2009

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